Empatía,
asertividad, innovación e impecabilidad
En las
organizaciones modernas, la petición de contratar Coaching ejecutivo y de
equipo, en alguna medida busca resolver la pregunta de cómo incrementar su valor, medido en un aumento en
los resultados. Este escenario desafía al coach a descubrir las potencialidades
de las personas para a través del entrenamiento de actitudes, habilidades y competencias
logren un gran desempeño.
Después de años de
observar que es aquello que efectivamente marca la gestión de calidad o los
resultados sustentables de las personas y los equipos, identifique cuatro dominios
de inteligencia que estaban asociados a ellos. Les he llamado inteligencia pues
se pueden identificar, operacionalizar, medir y entrenar. El ser humano vive en comunidad, su vida y desarrollo está sostenido en un tejido de relaciones y vínculos. En este entorno se nutre con satisfactores en una dinámica de intercambio permanente. Cada día hay una mayor oferta de satisfactores y al mismo tiempo, es mayor el desafío que es necesario resolver para conseguir su acceso para disponer de un estándar de vida digno y de bienestar, para millones de personas en el mundo.
Así ocupamos nuestra energía en un proceso constante de elegir posibilidades de acción, frente a las diversas y complejas demandas que surgen del diario vivir, para luego, configurarlas y convertirlas en conductas o comportamientos, para construir un proyecto de vida que merezca ser vivido.
Nuestra
efectividad y bienestar está asociado a la elección de sus acciones y, a las
consecuencias que éstas generan en el entorno.
Bajo esta óptica de explicación, se observa que a veces las personas
eligen posibilidades que no están alineadas con el propósito de lo que desean
lograr. O, por el contrario, a pesar de tener baja efectividad y bienestar en
la vida, frente a situaciones similares, siguen eligiendo las mismas
acciones. No logran ver nuevas
alternativas de ser y hacer porque están atrapados en experiencias del pasado,
las que han generado una suerte de “adicción emocional” en su ser, la que tiene
como efecto impedir que aprendan a cambiar el paradigma de posibilidades en el
que operan, perdiendo por este efecto
poder y efectividad en la vida; tienden
a repetir patrones inefectivos de acción.
La
tendencia a la rigidez, a repetir lo se
sabe, está vinculado a un miedo maestro, que limita emprender, a la
aventura, a disfrutar. Lo contrario de ello es aprender a vivir en la
confianza, en usar las experiencias del pasado cuando son efectivas y soltarlas
cuando no sirven para resolver los requerimientos.
Para
que este fenómeno no ocurra, es decir pasar de la rigidez a la flexibilidad, y se logre un
desempeño eficaz, hay que aprender a gestionar nuestro mundo emocional. Ello
facilitaría aprender a movilizar fronteras aprendidas de
lo que declaramos como imposible, cambiando ciertos paradigmas y juicios que
limitan la expresión de las potencialidades, tanto individuales, colectivas
como organizaciones.
Reconocer, validar
y calibrar la energía emocional para
alinearla con los propósitos
buscados emprendiendo acciones coherentes es un acierto crítico. Con esta
habilidad es posible por ejemplo,
transformar estados de ánimo inefectivos de un equipo como es la resignación,
o el resentimiento, por otros más expansivos, como la esperanza, el optimismo.
La experiencia muestra que es posible aprender
a despegarse de actitudes inefectivas para resolver las demandas del diario
vivir, también para lograr relaciones armónicas con los colaboradores en el
trabajo, adoptando un compromiso de superación y cooperación permanente.
En
el mundo de las organizaciones, un líder requiere legitimar su autoridad frente a
su equipo, para ello es fundamental que sirva desde la sinceridad, generando
confianza, sobre la base del manejo competente del conocimiento y de las
técnicas en el dominio que interviene,
promoviendo un contexto para que el equipo vea nuevas y mejores
alternativas para su desarrollo personal y profesional y, se conecte con la
ambición para alcanzarlos.
A un líder
simplemente se le evaluará por la calidad de sus resultados y por el clima
emocional de su equipo. Que logren los resultados esperados y que se sientan
satisfechas, alegres y comprometidas en el proceso y logro. Eso es todo.
Como
se observa, la inteligencia emocional es la base para empoderarnos, superando
nuestros límites. También para sintonizar la conexión profunda con el otro y así
generar un clima de confianza, respeto y comprensión. Sin embargo, necesitamos otro
tipo de habilidades para entendernos y coordinarnos para definir acciones, ya
sea para resolver aquello que está pendiente, o para planificar aquello que
queremos lograr.
Como somos seres sociales, somos seres
conversacionales. Es a través del desarrollo de habilidades conversacionales
que nos entendemos o procuramos comprendernos en nuestras relaciones. Así
mediante el uso de las palabras manifestamos
lo que nos pasa, pedimos lo que necesitamos
u ofrecemos lo que disponemos.
Generar
una relación propicia para seducir a los equipos de trabajo, ofreciendo propuestas o desafíos que estén alineados con
los propósitos y objetivos de la institución o servicio público y que activen
los intereses y motivaciones personales de los equipos, es posible a través de
las conversaciones.
Esto
es posible a través de una escucha efectiva, que sustente una actitud de
servicio y desapego, que facilitan mostrar a los equipos distintas posibilidades,
de una forma tal que, quien las escucha se sienta seducido por ellas y decida
tomarlas. Una vez tomada las posibilidades se comprometa a desarrollar acciones
y actividades para acompañar a lo equipos en forma oportuna, supervisando
además que se ejecuten bajo ciertos estándares de calidad, que garanticen
lograr los efectos deseados, en los tiempos acordados y, dentro del presupuesto
definido.
Siguiendo
el desarrollo de nuestra propuesta ya hemos hablado de las emociones y las
conversaciones. Las emociones nos empoderan y conectan, las conversaciones nos
permiten entendernos y coordinarnos para construir acciones. Ahora conversaremos
de las habilidades que están en el dominio de la innovación emprendedora. En
este sentido hablamos de la habilidades creativas para trasformar las
inquietudes en desafíos y los problemas en oportunidades, para luego construir
o diseñar un proyecto que trace el camino para resolver esta brecha entre lo
que necesitamos y como lo vamos a satisfacer. Es buscar una respuesta original,
efectiva y valiosa para resolver un requerimiento, quiebre o necesidad que nos
mueve.
Ahora
necesitamos llevar a la acción a ejecutar nuestros proyectos, es en este
contexto que requerimos de las habilidades ejecutivas para hacerlo en forma
impecable- En este aspecto nos referimos a la capacidad de estructura el
trabajo, en base a objetivos y metas y a manejar métodos y procedimientos de administración.
En
esta perspectiva se requiere promover una cultura organizacional basada en
entender que la calidad del trabajo es consecuencia de un aprendizaje colaborativo,
basado en que cada integrante cuente con una guía que lo oriente en las metas
que se espera que alcance, en saber cual es su responsabilidad y compartir los
estándares de desempeño por los cuales se evaluará su productividad y
efectividad laboral. Para ello la organización y su líder le proveerán los
espacios para el aprendizaje (capacitación), la orientación y la
retroalimentación sobre los resultados que alcanza en forma sistemática, con el
propósito de ir reconociéndolo, re-orientándolo y ajustando sus competencias
con los desafíos que le demanda la calidad de su gestión.