jueves, 27 de septiembre de 2012

Coaching con valor


Empatía, asertividad, innovación e impecabilidad
En las organizaciones modernas, la petición de contratar Coaching ejecutivo y de equipo, en alguna medida busca resolver la pregunta de cómo  incrementar su valor, medido en un aumento en los resultados. Este escenario desafía al coach a descubrir las potencialidades de las personas para a través del entrenamiento de actitudes, habilidades y competencias logren un gran desempeño.
Después de años de observar que es aquello que efectivamente marca la gestión de calidad o los resultados sustentables de las personas y los equipos, identifique cuatro dominios de inteligencia que estaban asociados a ellos. Les he llamado inteligencia pues se pueden identificar, operacionalizar, medir y entrenar.

El ser humano vive en comunidad, su vida y desarrollo está sostenido en un tejido de relaciones y vínculos. En este entorno se nutre con satisfactores en una dinámica de intercambio permanente. Cada día hay una mayor oferta de satisfactores y al mismo tiempo, es mayor el desafío que es necesario resolver para conseguir su acceso para disponer  de un estándar de vida digno y de bienestar, para millones de personas en el mundo.
Así ocupamos nuestra  energía en  un proceso constante de elegir  posibilidades de acción, frente a las diversas y complejas demandas que surgen del diario vivir,  para luego, configurarlas y convertirlas en conductas o comportamientos, para construir un proyecto de vida que merezca ser vivido.

Nuestra efectividad y bienestar está asociado a la elección de sus acciones y, a las consecuencias que éstas generan en el entorno.  Bajo esta óptica de explicación, se observa que a veces las personas eligen posibilidades que no están alineadas con el propósito de lo que desean lograr. O, por el contrario, a pesar de tener baja efectividad y bienestar en la vida, frente a situaciones similares, siguen eligiendo las mismas acciones.  No logran ver nuevas alternativas de ser y hacer porque están atrapados en experiencias del pasado, las que han generado una suerte de “adicción emocional” en su ser, la que tiene como efecto impedir que aprendan a cambiar el paradigma de posibilidades en el que operan,  perdiendo por este efecto poder y efectividad en la vida; tienden a repetir patrones inefectivos de acción.
La tendencia a la rigidez, a repetir lo se  sabe, está vinculado a un miedo maestro, que limita emprender, a la aventura, a disfrutar. Lo contrario de ello es aprender a vivir en la confianza, en usar las experiencias del pasado cuando son efectivas y soltarlas cuando no sirven para resolver los requerimientos.

Para que este fenómeno no ocurra, es decir pasar de la rigidez a la flexibilidad,  y se logre  un  desempeño eficaz, hay que aprender a  gestionar nuestro mundo emocional. Ello facilitaría   aprender a movilizar fronteras aprendidas de lo que declaramos como imposible, cambiando ciertos paradigmas y juicios que limitan la expresión de las potencialidades, tanto individuales, colectivas como organizaciones.
Reconocer, validar y calibrar la energía emocional para  alinearla  con los propósitos buscados emprendiendo acciones coherentes es un acierto crítico. Con esta habilidad es posible por ejemplo,  transformar estados de ánimo inefectivos de un equipo como es la resignación, o el resentimiento, por otros más expansivos, como la esperanza, el optimismo.

La experiencia muestra que es posible aprender a despegarse de actitudes inefectivas para resolver las demandas del diario vivir, también para lograr relaciones armónicas con los colaboradores en el trabajo, adoptando un compromiso de superación y cooperación permanente.
En el mundo de las organizaciones,  un  líder requiere legitimar su autoridad frente a su equipo, para ello es fundamental que sirva desde la sinceridad, generando confianza, sobre la base del manejo competente del conocimiento y de las técnicas en el dominio que interviene,  promoviendo un contexto para que el equipo vea nuevas y mejores alternativas para su desarrollo personal y profesional y, se conecte con la ambición para alcanzarlos.

A un líder simplemente se le evaluará por la calidad de sus resultados y por el clima emocional de su equipo. Que logren los resultados esperados y que se sientan satisfechas, alegres y comprometidas en el proceso y logro. Eso es todo.
Como se observa, la inteligencia emocional es la base para empoderarnos, superando nuestros límites. También para sintonizar la conexión profunda con el otro y así generar un clima de confianza, respeto y comprensión. Sin embargo, necesitamos otro tipo de habilidades para entendernos y coordinarnos para definir acciones, ya sea para resolver aquello que está pendiente, o para planificar aquello que queremos lograr.

Como somos seres sociales, somos seres conversacionales. Es a través del desarrollo de habilidades conversacionales que nos entendemos o procuramos comprendernos en nuestras relaciones. Así mediante el uso de las palabras  manifestamos lo que nos pasa, pedimos   lo que necesitamos u ofrecemos lo que disponemos.  
Generar una relación propicia para seducir a los equipos de trabajo, ofreciendo  propuestas o desafíos que estén alineados con los propósitos y objetivos de la institución o servicio público y que activen los intereses y motivaciones personales de los equipos, es posible a través de las conversaciones. 

Esto es posible a través de una escucha efectiva, que sustente una actitud de servicio y desapego, que facilitan mostrar a los equipos distintas posibilidades, de una forma tal que, quien las escucha se sienta seducido por ellas y decida tomarlas. Una vez tomada las posibilidades se comprometa a desarrollar acciones y actividades para acompañar a lo equipos en forma oportuna, supervisando además que se ejecuten bajo ciertos estándares de calidad, que garanticen lograr los efectos deseados, en los tiempos acordados y, dentro del presupuesto definido.      
Siguiendo el desarrollo de nuestra propuesta ya hemos hablado de las emociones y las conversaciones. Las emociones nos empoderan y conectan, las conversaciones nos permiten entendernos y coordinarnos para construir acciones. Ahora conversaremos de las habilidades que están en el dominio de la innovación emprendedora. En este sentido hablamos de la habilidades creativas para trasformar las inquietudes en desafíos y los problemas en oportunidades, para luego construir o diseñar un proyecto que trace el camino para resolver esta brecha entre lo que necesitamos y como lo vamos a satisfacer. Es buscar una respuesta original, efectiva y valiosa para resolver un requerimiento, quiebre o necesidad que nos mueve.

Ahora necesitamos llevar a la acción a ejecutar nuestros proyectos, es en este contexto que requerimos de las habilidades ejecutivas para hacerlo en forma impecable- En este aspecto nos referimos a la capacidad de estructura el trabajo, en base a objetivos y metas y a manejar métodos y procedimientos de administración.
En esta perspectiva se requiere promover una cultura organizacional basada en entender que la calidad del trabajo es consecuencia de un aprendizaje colaborativo, basado en que cada integrante cuente con una guía que lo oriente en las metas que se espera que alcance, en saber cual es su responsabilidad y compartir los estándares de desempeño por los cuales se evaluará su productividad y efectividad laboral. Para ello la organización y su líder le proveerán los espacios para el aprendizaje (capacitación), la orientación y la retroalimentación sobre los resultados que alcanza en forma sistemática, con el propósito de ir reconociéndolo, re-orientándolo y ajustando sus competencias con los desafíos que le demanda la calidad de su gestión.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

¿Cuánto humor te permites en esta crisis?

Humor tiene una acepción etimológica extraordinaria. Según estudios de mi amigo Jaime de Casacuberta, la palabra tiene dos significados. ...