Cuantas
veces he escuchado la declaración de que los recursos son escasos y caros.
¿Cómo ha afectado esta declaración la felicidad de las personas y los
resultados de las organizaciones?. Si
hemos crecido en una cultura que tiene este paradigma, seguramente hemos
aprendido a vivir la vida desde la
escases, en todos los dominios de la vida.
Más aún, postulo
que esto ha significado pararnos desde el espacio emocional de los límites y,
desde ahí, percibir y actuar en el mundo auto-limitando nuestras capacidades y
el talento para crear. A mi juicio, esta
es la base de la inefectividad e insatisfacción en la vida.
Muy por el contrario, he observado que cuando
las personas se posicionan del paradigma de la abundancia, o del poder[1],
todo quiebre, necesidad o requerimiento
lo transforman en una oportunidad para aprender a ser mejor.
Limites o
poder, escases o abundancia, son dos culturas que configuran una forma de ser y
hacer que tienen consecuencias y resultados muy distintos. Si nos quedamos en
los límites y escases nuestra vida fluirá en la contracción, en el miedo, en la
desconfianza y competencia. Por el contrario se nos paramos en el poder o la abundancia nuestra vida fluirá desde la
confianza, el compartir, colaborar y disfrutar de la vida.
Cómo la
cultura se replica o como cambia, es producto de nuestra capacidad de aprender
y evolucionar, es posible aprender a
vivir en la abundancia. Esto me anima a
escribir este texto, con la esperanza de que los nuevos líderes que requiere
nuestra humanidad se pararan desde la abundancia.
La
responsabilidad de todos quienes por
distintas circunstancias de la vida somos referentes para otros, es en el
ejercicio de nuestro liderazgo. Si alguien nos sigue, si alguien juzga que
nuestra forma de ser y hacer es valiosa, pues siente que le afectamos el
espacio de posibilidades para su desarrollo,
nuestro lenguaje, especialmente el tipo de conversaciones que abramos
con ellos serán críticos para crear una nueva alianza, donde ambos nos sintamos
parte de un mundo y vale la pena vivir construyéndolo juntos. Pare ellos he
elegido estos cuatro regalos: empatía, asertividad, impecabilidad e
innovación.
4 Regalos del
Coaching
Desde la
abundancia brota la capacidad creativa
que manifiestan los seres humanos para resolver sus requerimientos y
necesidades de una forma original, eficaz y valiosa. Esa energía que los mueve para disolver una
inquietud, para encontrar una respuesta o, para volver a un punto o centro de
equilibrio, que les devuelva la estabilidad, luego de atravesar un quiebre, una
perturbación, una tormenta.
Me he demorado dos meses en escribir
este texto más, cincuenta años en concebirlo.
Así, construimos
respuestas echando a mano aquellos recursos que identificamos y los movemos
para transformarlos en un satisfactor que colme nuestra búsqueda, esa ansiedad
primaria o tensión basal, que nos constituye en un ser dinámico, en un
“inconformista”, en “un conspirador social”, en un “buscador errante”. Es como
si supiéramos que siempre hay algo más allá, que podemos ir más lejos, que podemos
mejorar, que podemos hacerlo distinto, sorprendernos con lo que descubriremos
si damos un paso más. Tal vez esta
ansiedad de los hombres occidentales, incluyo la mía, es la responsable de la civilización que hemos
creado, con sus luces y con sus sombras.
Siempre
que caminamos en búsqueda de respuestas trascendentales la ruta se trasforma en
un círculo que desemboca de vuelta en nuestro interior
A través de
este libro te invito a navegar hacia un horizonte interno. Volver la mirada
sobre tu Ser, descubrir en ti el continente maravilloso que te habita, a encontrar
en el centro de tu ser un espacio de paz y fecundidad para que, sin ansiedad,
construyas tu habitad desde la abundancia.
Esto que
declaro es paradojal, como todo en la
vida, cuando hacemos algo es nuestro ser el que aparece, entonces, lo que promuevo, es aquello yo que
yo también necesito y busco. Yo soy el primer lector de estas páginas. No es una lección para nadie, es un camino
que te invito a compartir.
Escribo para
mí, como una conversación intima, que ahora hago pública y la comparto para que
cada uno de ustedes encuentre su
inspiración y escriba su propio texto. Creo que cuando yo crezco todos
crecemos, cuando tú te sanas, todos nos sanamos, cuando una persona aprende y adquiere una competencia, es la
humanidad la que ha avanzado.
Surge ahora en mí hablar de la confianza, esa emoción,
concepto o idea, que nos persuade a entregarnos con fe y esperanza a lo que viene, con la
convicción de que siempre existirá el sostén, la mano, el tejido que nos acoja,
sin mediar resultado alguno. La esperanza llega como una sensación que nos
devela que lo que viene será un regalo el que expandirá nuestras posibilidades
para aprender a ser más valiosos.
Me motiva
compartir con cada uno de ustedes aquello que me asombra, que me sorprende, lo
que he aprendido. Llevo más de veinte años, consiente, observando preguntando y conversando con
distintas personas, de diversas culturas, credos y religiones, que han
emprendido algún proyecto, lideran una organización o simplemente han decido
ser más felices, arriesgándose en sus iniciativas, de cualquier naturaleza, ya
sea económica, social, ambiental, de salud, de relaciones sociales, en fin, un
sinfín de tipos de proyectos.
De
eso se trata, de ser felices. Entonces, desde ahora declaro que mi máxima
motivación es contribuir a que
aprendamos y vivamos más felices. “Sé feliz en todo lo que emprendes”
Éxito en la Gestión
¿Qué
entendemos por Exito?. Cada uno tiene su propia
definición y significado para este término. Para unos será disfrutar el
proceso de vivir consiente, para otros serán los resultados de su quehacer.
Llegamos a ella fruto de la búsqueda por satisfacer una necesidad ya sea
económica, de reconocimiento social, trascendencia, bienestar, felicidad,
plenitud o realización.
El éxito es
posible medirlo, apreciarlo y sentirlo.
Así una gestión exitosa exhibirá resultados concretos, será apreciada y
valorada por la comunidad y generará una sensación en sus gestores de
realización, plenitud y trascendencia.
Es
interesante enfocarse en el gestor, más que hablar de la gestión en sí misma,
ya que en ella se devela su ser, que tiñe su proceso con todo lo que sabe, cree
y quiere generar para lograr concretar sus objetivos y metas. En el proceso de
emprender una iniciativa, liderando a un
equipo de trabajo para ejecutar un plan, reconocemos a personas que articulan, en base
a su experiencia, ingenio, olfato e
intuición, o siguiendo ciertos métodos, escritos por otros, una forma que le
haga sentido para organizar sus acciones y sacar adelante sus proyectos, sus
planes, su organización, empresa o su misma vida, para llegar a un resultado
esperado, deseado, valorado. Así cada persona le impregnará su sello de
particularidad a su gestión y ello significará un grado de originalidad y
riqueza que configurará una historia única.
He
considerado conveniente revisar la raíz de la palabra gestión que nos convoca a
este diálogo. La palabra Gestión viene del Latín, gestionis, compuesta de gestus,
que se refiere a un hecho concluido y de tio,
que se refiere a acción y efecto. Gestión, desde esta perspectiva, sería emprender una acción para lograr un
resultado o efecto esperado, para satisfacer al gestor, su entorno o grupos de
interés relacionados con su actividad.
Desde
mi perspectiva, el éxito en la gestión es lograr resultados sorprendentes, que
tengan un sello de originalidad,
calidad, sustentabilidad y que sean validados socialmente, producto de
un proceso creativo, liderado por equipos
alegres e impecables que sienten que han aportado valor a la vida.
Lo
paradojal que hay en esta declaración es
que no hablo del líder gestor, pues un liderazgo efectivo se aprecia en la calidad
de equipo y sus resultados. El líder habita en cada integrante y cada
integrante es un líder, ese es el éxito del liderazgo. “Uno para todos y todos
para uno”
Como habrán
constatado en su experiencia de vida, la mayoría de las personas aspiran a ser inteligentes y a ser reconocidos
como tales, yo también caí en ese juego. Nos enseñaron a ser inteligentes, de
lo contario seríamos “burros”. Nos
entrenaron para asumir con claridad las explicaciones de otros, induciéndonos,
a costa de reprobarnos académicamente, a aplicar fórmulas ya probadas en la
resolución de los desafíos. Es cierto que en algunas áreas de la vida eso
funciona, sin embargo, siento que la educación formal se ha extra-limitado,
produciendo observadores estándares, entrenados para elegir respuestas ya
determinadas para asumir la vida.
En nuestra formación o estudios el sistema educativo
tradicional procuraba que desarrollemos las capacidades de conocer, analizar,
memorizar y así dominar un tipo de
respuesta para ser valorados. Por décadas se valoró algunos dominios de la
inteligencia, privilegiando unas sobre otras, intelectual, académica, lógica,
matemática. Hasta que alguien dijo, basta, hay muchas inteligencias y todas
ellas son valiosas y necesarias. Bueno, entonces de que hablamos cuando hablamos
de inteligencia, revisemos lo que hay escrito sobre ella (para eso tenemos
Internet)
De acuerdo a
etimología, un individuo es inteligente cuando es capaz de escoger la mejor opción entre las
posibilidades que se presentan a su alcance para resolver un problema, dentro
de un abanico de posibilidades ya determinadas.
Desde nuestra perspectiva la inteligencia en la
gestión es la capacidad buscar caminos con identidad para generar resultados
originales, efectivos y valiosos, satisfactorios a nuestros intereses y los de
la comunidad, movilizando múltiples recursos personales y redes sociales.
Los
cuatro regalos (inteligentes) que a nuestro juicio, son necesarias cultivar y
aplicar para lograr una gestión exitosa son:
Empatía
emocional
Asertividad
conversacional
Innovación
emprendedora
Impecabilidad
ejecutiva
[1] Poder
entendida como el juicio de que tengo mi capacidad de ser el protagonista de mi
vida transformándome en un creador de posibilidades