lunes, 19 de julio de 2010

La importancia de la relación emocional entre el profesor y el alumno

Tres años atrás, mi hija mayor  me contaba que no le gustaba ir al colegio, que sentía mal. Yo percibida que pedía ser vista, valorada y aceptada como era. Como lo podrán imaginar sus resultados académicos distaban mucho de lo esperado. Su declaración estaba acompañada de una inquietud emocional cruzada por la desazón, la ansiedad. Este hecho me causó dolor, me conectó además con mis días de estudiante, en los que también sentía esa sensación de temor. No era una experiencia grata. Lo pasaba mal y mi gran y más importante alegría comenzaba a gestarse el día jueves, ya el viernes era una fiesta. Sentir la campana anunciando el término de la jornada provocaba que  mi corazón se expandiera e imaginaba todo lo que haría en mi casa con mis hermanos y amigos. Con ellos lo pasaba bien. Disfrutábamos jugando a la pelota, inventando hacer túneles en el patio de la casa para encontrar algún tesoro. Diseñábamos pequeños botes para iniciar una gran aventura, sólo comparable con aquellas que empezábamos a ver ya en la incipiente era de la televisión, que iniciaríamos algún día en el río que fluía muy cerca de nuestra casa. Así el fin de semana pasaba volando. Una sensación de liviandad, de alegría y frescura me sostenía el fin de semana, una magia que estaba en el ambiente y me obnubilaba. Ya el domingo en la tarde comenzaba mi "calvario". Hacer las tareas, ordenar lo útiles y acostarme temprano. Confieso que no tenía un sueño reparador. Se me hacía muy corta la noche y con sorpresa el día comenzaba con una presión del tiempo que apremiaba por vestirse rápido, tomar desayuno y junto a mis dos hermanos mayores iniciar el camino rutinario del colegio. Apretábamos los dientes y con esperanza caminábamos antes que la dramática campana del lunes  nos recordara que una nueva semana  comenzaba.

Todos estos recuerdos me visitaron en la conversación de mi hija. Luego de unos días de confusión, malestar, desaliento, me pregunté, ¿qué puedo hacer por mi hija para que se sienta mejor, tenga otro juicio del colegio y los profesores?. Dedicamos muchas horas a apoyarla, a guiarla en sus estudios. Por último decidimos cambiarla de colegio, pues las notas nos indicaban que ese año no sería promovida. Cambiarla era una opción dolorosa para mi hija, tendría que separarse de sus amigas. Ese verano y las vacaciones lo pasó mal, lloraba, se sentía culpable, tenía mucha rabia acumulada. Le explicamos muchas veces que a veces es mejor repetir un curso para tener más tiempo y aprender a organizarse mejor y desarrollar más confianza en sí  misma, logrando posteriormente un mejor desempeño como alumno y con más alegría vivir la vida de colegio.  
Todo este proceso me motivó a hacerme cargo de que algo aportaría más allá de canalizar a mi hija. Comencé a sistematizar mi trabajo como Coach identificando ciertas distinciones y competencias que a mi juicio serían muy útiles aplicadas en el dominio de la educación. Lo primero que diseñé fue un Diplomado que se dictó en tres versiones en una Universidad de la Capital. Pasaron tres promociones de profesores con los cuales viví una experiencia de aprendizaje muy significativas.Me dediqué a escucharlos y a comprender mejor que participación les tocaba a ellos liderar para que los alumnos desarrollarán una actitud de cercanía y afecto por el aprender, por el colegio.

Me  asombraba cada día al constatar que era la relación emocional entre el profesor y el alumno la que marcaba el primer piso para sustentar el aprendizaje: El amor, la confianza y la ambición por aprender y querer ser más como persona, comenzaba a emerger como condición relacional y de contexto fundamental para el aprendizaje efectivo. Comprendí que un vínculo significativo entre el alumno y el profesor cambia la importancia que el tiene en la la construcción de la propia imagen del niño. Así una palabra, un gesto bastaban para abrir posibilidades y que los niños creyeran que es posible alcanzar lo que quieren.

El Docente interviene el mundo emocional desde donde surgen las posibilidades para aprender. El mundo emocional nos otorga límites o poder para aprender y alcanzar logros.

Los invito a explorar las competencias de Coaching aplicadas a educación las que desarrollo en mi libro El Docente Coach: la revolución del aprendizaje


sábado, 17 de julio de 2010

Emprender con una marca personal

En la sociedad del conocimiento, marcada por la globalización de la economía, los mercados, y por una  distribución más equitativa de las oportunidades para emprender, entre otros fenómenos, poseer una marca personal es una condición fundamental para el éxito en el emprendimiento.

Una marca personal o identidad emprendedora se reconoce en base a ciertas cualidades o atributos que se destacan o privilegian públicamente, los que están asociados a la forma de ser, actuar y gestionar un proyecto. Ellos le otorgan una impronta única al emprendedor mediante la cual se presenta, es reconocido y apreciado en el mercado. Esta imagen opera como  un sello que le da más valor  a su oferta. Como hemos dicho este sello está directamente asociado a su personalidad, más que a las características de su producto o servicio, de manera que esta marca es percibida como un atributo que le da confianza y garantía a los potenciales  mercados, pues refleja integralmente la calidad de su oferta en el mundo: el proyecto, su emprendimiento, que es su ser actuando y creando realidades.

Hay tres variables que sustentan una marca personal: originalidad, servicio y valor.   Ser original es aparecer en el mundo mostrando una forma de ser y gestionarse novedosa, que llame la atención por ser distinta y única. El servicio es una condición personal que le da un sentido de entrega al hacer, asociándose con la pasión por resolver un requerimiento en forma eficaz, que de confianza al cliente que el emprendedor está para servir más allá de toda prueba. Generar valor es garantizar a los clientes que siempre se buscará una forma efectiva de relacionarse, de tomar acuerdos y abordar las diferencias. Aquí lo central es reforzar el vínculo que se crea, pues este le de más valor a su emprendimientos y consolida relaciones comerciales, sustentando una alianza donde todos ganan.    

Lo que está en juego en el emprendimiento es el valor de la confianza. El sentido profundo de emprender es resolver algo que a otros les inquieta, aqueja o necesitan y su no consecución atenta contra su bienestar, satisfacción personal o calidad de vida. Para ello necesitan más que un producto o un servicio, requieren sentirse parte de un vínculo de confianza para entregarse y saber exactamente lo que espera del emprendedor.

La confianza la entendemos como la fe que depositamos en el otro lo que nos da el respaldo para considerar  que siempre estará disponible cuando las circunstancias lo requieran. La confianza como vínculo vital para el desarrollo de la vida se construye y depende de la calidad de la comunicación. Aquí es fundamental que el emprendedor sea impecable con su discurso ya que las palabras que diga proyectan su imagen y su forma de ser, fundando con ello sus relaciones comerciales. Para este efecto recuerde que cuando emita un juicio tiene que fundarlo en hechos, cuando haga una petición que sea específica, clara, entendible, cuando prometa que sea genuina su oferta, detallada, cuando genere un compromiso que sea sincero e impecable en los detalles valorando su palabra y el tiempo involucrado en su desarrollo. En cada acto de sus conversaciones estará dejando su impronta o sello personal. Por otra parte, es crítica su actitud  respetuosa para escuchar aceptando las diferencias, preguntando con cuidado, aclarando dudas. Su  flexibilidad para buscar nuevas y mejores posibilidades y condiciones para resolver las necesidades y por sobre todo, su pasión y alegría por hacer su trabajo de calidad y su amorosidad para tratar a todos.     

Revise su forma en que esta actuando y pregúntese si efectivamente está dando lo mejor que lleva dentro. Que su emprendimiento y sus relaciones con sus colaboradores, entorno y potenciales clientes sea una sólida red de vínculos que garanticen hacer un aporte de valor para el desarrollo de una vida más plena.

¿Cuánto humor te permites en esta crisis?

Humor tiene una acepción etimológica extraordinaria. Según estudios de mi amigo Jaime de Casacuberta, la palabra tiene dos significados. ...