El surgimiento de un hombre nuevo será el corolario de
esta crisis el que se plasmará en una nueva era. Este emergerá ampliando la
frontera de lo que creímos posible al transgredir los límites de lo imposible,
que nos llevará a innovar e inventar un nuevo modo de ser y habitarse: una
nueva consciencia, un nuevo lenguaje, nuevas prácticas culturales y el diseño
de nuevo orden global.
Este es el profundo cambio y trasformación que estamos
experimentando como especie humana, el
que se torna necesario para mantener la vida del planeta. Tal como los mega-terremotos producen en un
giro en el eje de la tierra, el
procesamiento de esta pandemia nos hará experimentar un giro y un salto
en nuestro nivel de consciencia para
cambiar el mundo: mantener lo valioso, eliminar lo tóxico, transformar lo
inefectivo e incorporar lo nuevo y necesario.
Este quiebre ha roto el foco de nuestra atención, donde
lo que hasta ayer era marginal, desconocido e ignorado, hoy lo traemos al centro
de nuestra vida. De sentimos un súper hombre desarrollado inteligente, tecnológico y conquistador, hoy nos percibimos vulnerables (miedo a la
enfermedad y muerte, a la cesantía, escasez y el futuro) frente a una partícula
hasta ahora invencible. Nos protegemos del contagio albergándonos en nuestros
hogares, manteniendo un mínimo contacto corporal con los otros (sin abrazos y
besos). Un nuestra intimidad re-valorizamos lo doméstico, haciéndonos cargos de
tareas y actividades que antes hacíamos automáticamente o la sub-contratábamos
y, otras que habíamos desechado, como preparar nuestros alimentos o reparar
nuestro vestuario, las practicamos nuevamente. Habitamos también en una nueva
dimensión del tiempo y el espacio, con
días interminables, sin agendas laborales determinadas y, en reducidos metros
cuadrados inventamos nuevas diversiones.
En nuestro lenguaje y comprensión de fenómenos nos
poblamos de nuevas distinciones del mundo de la ciencia, la medicina, la
economía, la tecnología, entre otros. Conversamos con cierta familiaridad de términos como virus, ARN, inmunidad,
recesión, habilidades digitales, inteligencia artificial, ingeniería genética,
etc. También manejamos conceptos y nociones de las nuevas tecnologías que están
disrumpiendo nuestras prácticas
sociales, tales como tele medicina, tele-trabajo, webinar, educación a distancia, logística y última milla, comercio
electrónico, etc.
Por otro lado, observamos como la naturaleza comienza a
restaurarse, se recuperan especies de flora y fauna en peligro de extinción,
baja la contaminación ambiental, mejora la calidad del aire, los ríos y océanos
reciben menos deshechos. Todos estos
procesos ecológicos los vemos de nuestros hogares a través las redes sociales y
medios de información y comunicación. Estas señales nos resuenan como un
mensaje de esperanza para hacernos cargo de nuestra responsabilidad sobre los
daños que le hemos producido y desechar prácticas destructivas del medio.
Este es el contexto que gatillará la construcción del nuevo
hombre que habitará en nuevas manadas de marginales, innovadoras
comunidades de aprendizaje,
interconectadas, colaborativas, creativas, conscientes del valor y la necesidad de la
existencia del otro, de la inclusión de todos, de la diversidad de opciones de
vida, del valor de ecología, ingredientes críticos para sostener el nuevo
mundo.
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