sábado, 18 de abril de 2015

Las emociones y la corporalidad en el mundo laboral

Un proceso de Coaching releva estos dominios y trabaja en ellos para dotar a la personas de nuevos recursos y competencias que le posibiliten actuar como protagonista de sus cambios y así alinearse con sus propósitos de una forma más efectiva de cuyos resultados se derive mayor bienestar y plenitud.
El ser humano sostiene su quehacer a través de las palabras, las emociones y el cuerpo. Sin embargo, el cuerpo y las emociones han sido olvidados por la educación. Sólo se ha dado mayor importancia al mundo cognitivo, racional y a la comunicación, como si el ser humano fuera solo razón. Como no se les reconoce, valora y regula, las emociones, los estados de ánimo y sentimientos y, el cuerpo con sus capacidades físicas, la expresividad y, disposición al movimiento, se desaprovecha la energía y posibilidades que ellos representan para usarlas efectivamente en los propósitos de la vida diaria.> Las emociones son disposiciones a la acción que involucran a todo el organismo, para que se movilice y actúe con una determinada energía frente a eventos y quiebres que emergen en el fluir de la vida, combinando para este efecto cuatro posibilidades de movimiento corporal: expansión, contracción, caos o quietud. Cada uno de estos espacios son posibilidades de acción y energía específica que afectan los resultados de las gestiones. Si no se distingue en que espacio emocional se está actuando muchas acciones que parecen las adecuadas no serán efectivas. Se distinguen seis emociones básicas que están presentes en todos los individuos como una competencia biológica y social para mantener y desarrollar la vida. Estas emociones son: alegría, rabia, pena, erotismo, ternura, miedo. Cada una de ellas se caracteriza por un patrón fisiológico específico; respiración, tono y postura muscular y, expresión facial, que prepara al individuo para actuar con un fin determinado. Cada emoción que se vive permite acceder a un rango de posibilidades de movimiento y, a la vez, entrega una señal corporal a quien escucha y observa, de manera que descifre el espacio emocional en el que está la otra persona y actúe de una forma pertinente. Así el resultado de nuestro comportamiento está en directa relación con el espacio emocional que se está viviendo (nos embarga) y desde ahí juzgamos, tomamos decisiones y actuamos. Estados de ánimo: límites o poder Los estados de ánimo pertenecen al dominio emocional. Son estados emocionales más permanentes, a diferencia de las emociones básicas que emergen como una energía que activa al cuerpo dado un hecho que se percibe disparando movimientos para resolverlos. Los estados de ánimo influyen en las actitudes mediante la cual se enjuicia y se actúa en la vida. La energía que aportan embarga la forma de pensar, de comunicarse y relacionarse, afectando la calidad del desempeño y bienestar. Los estados de ánimo habitan en la persona y sobre ellos se desarrollan las emociones básicas. Ellos se han instalado en el ser en base al aprendizaje que surge en la trama social y cultural que sostiene a la persona, otorgándole más poder o límites para su hacer o emprender. Hay muchos estados de ánimo, sin embargo, para efecto de analizar la relación entre ellos y el resultado de la gestión personal, se distinguen cuatro: resentimiento, resignación, ambición y paz. El resentimiento y la resignación quitan poder y efectividad en las gestiones, ya que en el caso del resentimiento las personas estarán atadas a hechos del pasado y su energía no queda disponible para actuar en el presente. Así se irá por la vida desde la rabia, en busca de venganza y sin la capacidad de disfrutar las oportunidades del presente. La resignación, por otra parte, se manifiesta en la renuncia que hacen las personas a su poder de acción y resolución, ya que juzgan, dado sus aprendizajes previos, que no pueden, no son capaces o no les resultará lo que desean emprender. Por otra parte, la paz surge como un estado de ánimo cuando las personas aceptan su historia con las posibilidades que se han cerrado o abierto y, son capaces de tomar o soltar posibilidades sin sentimiento encontrados de culpa, rabia, etc. La ambición surge cuando nuestros recursos están alineados con las oportunidades y nos sentimos protagonistas de los resultados. Nos genera energía para movilizarnos y emprender con entusiasmo y decisión. Podríamos decir que, de acuerdo al estado de ánimo en que habitemos tendremos más poder o límites para mirar la vida, relacionarnos y actuar, construyendo nuestro habitad ya sea de bien-estar o el mal-estar. La corporalidad: forma, expresión y movimiento Este es tal vez, el dominio de nuestro ser que ha estado más olvidado, sin darle la importancia como recurso fundamental que afecta nuestro nivel de desempeño y calidad de vida. Sólo se han valorados ciertos aspectos del cuerpo, especialmente en el mundo de la estética; forma, dimensiones, peso, etc., en busca de un concepto de belleza y juventud, como factor de competencia para tomar oportunidades, particularmente en el mercado de la publicidad y la moda. Más allá de ese enfoque, el cuerpo en todas las etapas y proceso que sustentan la vida es un recurso fundamental. Todo lo que pensamos, sentimos y hacemos los hacemos desde el cuerpo. En este sentido, el cuerpo constituye nuestra coherencia física para aparecer, hacer y relacionarnos en el mundo. Aquí aparecen tres efectos que un uso adecuado de la corporalidad importan; efectividad, bienestar y salud. La efectividad corporal está en relación al uso de las capacidades físicas del cuerpo y su disposición al movimiento para asumir las tareas diarias. Cada acción que se emprenda necesita de una correcta integración y coherencia entre una capacidad física; velocidad, coordinación, fuerza, potencia, flexibilidad, y una disposición o forma para abordar el movimiento como; estabilidad, flexibilidad, resolución, apertura, intuición y alerta. Todo ello acompañado de un patrón respiratorio adecuado. El bienestar es un juicio que hace la persona sobre las consecuencias que le reporta su quehacer, a su sentimiento de plenitud e integración social y sentido de misión en la vida. En este enfoque todas las acciones que emprenda pueden estar alineadas con en esa coherencia o, al contrario, desalineadas, generándole insatisfacción, pérdida de sentido del esfuerzo y sensación de aislamiento y marginación. Ambos aspectos influirán por último en el nivel de salud de la persona. Las enfermedades se instalan en un ser que está desalineado emocionalmente y su nivel de relación social, grado de realización, sensación de integración, sentido de misión y transcendencia de su vida ha sido paulatinamente deteriorado.

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