viernes, 27 de octubre de 2017

Liderazgo y escucha: ¿qué los une virtuosamente?



Permítanme iniciar esta conversación con la siguiente declaración; el líder no tiene ningún poder si no hay alguien que le de la autoridad y valide sus conversaciones y propuestas. Los seres humanos somos poderosos, inteligentes y creativos. Esta declaración se fundamenta en constatar que cuando alguien elige una opción, o toma una decisión, le otorga en ese acto curso y sentido a su voluntad, inclinándose en una dirección y no en otra, así define su trayectoria y futuro. En estos actos expresamos nuestro poder de acción y trasformación del mundo; tomamos, soltamos o nos aferramos a ciertas posibilidades. En este contexto, la emergencia del liderazgo se funda en el reconocimiento y legitimidad que los colaboradores le otorgan a una persona, aceptando consciente o inconscientemente su poder de influencia, quienes juntos, desde un espacio de afectación y confianza, comparten en la complicidad del conversar posibilidades y alternativas para emprender las acciones orientadas a la resolución de sus requerimientos y a concretar los desafíos que la vida les muestra.
Los humanos somos seres sociales, existimos en la afirmación que nos da el otro con su reconocimiento: si te veo existes para mí. Por ello necesitamos relacionarnos, comunicándonos y vinculándonos efectivamente con los otros, para que juntos o en colaboración alcancemos satisfactores que nos reporten bienestar y una vida confortable, los que individualmente no sería posible lograr. Los mecanismos en que generamos, sostenemos y cultivamos estos vínculos son las conversaciones. Sin un conversar efectivo nuestra vida sería precaria y muy insatisfactoria. Nos hacemos cargo de distintas conversaciones, ocupando gran parte del día en ello, en distintos contextos; en la familia, en el trabajo, en el mundo social o político, entre otros. Así observamos una estrecha relación entre la calidad de nuestras conversaciones con la calidad de los resultados que logramos en nuestra vida; acuerdos, consensos, compromisos, cambios, transformaciones, etc. Declaramos que nuestra calidad de vida es producto de la calidad de nuestras conversaciones. ¡Que potente! Si observas lo que haces diariamente, distingues que gran parte del día lo ocupas conversando, especialmente si conduces equipos de trabajo o lideras organizaciones, movimientos sociales o políticos. En efecto, en tu día a día, pides, ofreces, te comprometes, reclamas, enjuicias, aceptas o rechazas ofertas. Agradeces cuando te sientes bien atendido o han resuelto algunos de tus requerimientos satisfactoriamente. Conversas con tu equipo para abordar desafíos, resolver reclamos o para hacerse cargo de anomalías o desperfectos que se han encontrado en los productos o servicios que brindan. En el plano de pareja conversas sobre temas íntimos; afectivos, sexuales, del alma, de la cotidianidad, del futuro. Siempre sostienes tu ser y hacer en conversaciones. El dominio del liderazgo, que es en esencia la capacidad de atracción e influencia que ejercemos en los otros para lograr definir acciones que apunten a un resultado, se consolida principalmente a través de conversaciones. El líder centra su gestión en lograr que sus equipos alcancen los resultados esperados y construyan relaciones satisfactorias, desarrollando un buen ambiente de trabajo. Para ello el escuchar y conversar efectivamente se torna de un valor crítico en el dominio del trabajo, requiriendo para su ejercicio eficaz de competencias y prácticas comunicacionales que afectarán la sustentabilidad de la organización. Al conversar usamos la palabra y a nuestro juicio las palabras son acciones: tienen consecuencia, evocan un potencial emocional para crear mundos, cambiar mundos o mantenerlos, por eso escuchar se transforma en el insumo más crítico para lograr un conversar efectivo y satisfactorio. Así, quien aspire a servir como un líder efectivo, requerirá aprender y entrenar habilidades que le permitan desarrollar una escucha generativa y develadora para intervenir con sus conversaciones los espacios emocionales de posibilidades de ser y hacer, donde confluyen las personas y equipos, aportando palancas reflexivas que movilicen aquello que está afectando la calidad y los resultados; las relaciones y el desempeño de las personas y su organización en general. La atracción e influencia del líder es ejercida a través de sus emociones y conversaciones. Un líder efectivo evoca el potencial emocional apropiado para activar los compromisos que construirán el presente deseado y predecirán la calidad del futuro. En general, todos los seres humanos necesitamos de esta escucha. Una escucha que nos permita asumir el protagonismo de nuestra vida, expresado en el diseño y ejecución de acciones comunicativas transformadoras de nuestros propios límites, que nos brinden mayor bienestar y aporten virtuosamente a la construcción de un mejor lugar para vivir, desarrollarnos, crear y dejar un legado. Liderar es atraer e influenciar emocionalmente a los otros con nuestras propuestas de servicio, movilizando en ellos su voluntad para sostener nuevas acciones y así alcanzar lo que juzgan como valioso. Liderar es abrir conversaciones develadoras para activar estos recursos que están disponibles y transformarlos en posibilidades de SER Y HACER creando potentes realidades. Liderar es cuidarse mutuamente estableciendo relaciones de colaboración para juntos lograr lo que antes se creía como imposible. Esa es la misión ética del liderazgo.

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