lunes, 11 de diciembre de 2017

la escucha en la comunicación es todo

Los seres humanos estamos diseñados para escucharnos y afectarnos, para conectarnos, sentirnos, aprender y crear mundos. Al lograr entendernos, comprendernos y considerarnos, se hace posible coordinarnos para un hacer en común o, por el contrario, para diferenciarnos, estableciendo distintas posiciones para ver el mundo y actuar en él desde nuestra diversidades y particularidades. Desde nuestros espacios emocionales internos creamos los mundos en los que habitamos y si queremos cambiar estos mundos o acceder a otras realidades, el punto de partida es escucharnos a nosotros mismos para tomar consciencia desde que espacio emocional de posibilidades actuamos y asumir las consecuencias que con ellos estamos generando.El lenguaje se manifiesta en palabras, sustentadas en emociones y en la corporalidad expresiva, con ellas construimos un discurso al conversar. Al ser escuchado este discurso gatilla o evoca un potencial de respuesta emocional, un sentido de realidad, una posibilidad de acción y compromiso social con el otro.
En este sentido, conversamos con tal naturalidad que no nos preguntamos cómo conversamos y menos aún, ni siquiera sospechamos que éste escuchar - conversar es el responsable, en muchas ocasiones, de la calidad que logramos en nuestro hacer o en los resultados de nuestro comportamiento, el que impacta en nuestro bienestar y efectividad en la vida.Por ejemplo, una conversación inefectiva se caracteriza porque sólo escuchamos literalmente el significado de las palabras para responder automáticamente, apenas entendiendo lo que el otro plantea. En una conversación efectiva escuchamos el lado emocional de las palabras, comprendiendo y considerando al otro desde sus legítimas diferencias, necesidades y posibilidades de movimiento y compromisos.Cuántas veces te has quejado o has escuchado que otros se quejan por sentirse incomprendidos, por no lograr una comunicación efectiva, por tener expectativas y que éstas no se cumplan, por soñar y soñar y ello no plasmarlo en un proyecto para transformarlo en realidad. 

En todos estos fenómenos está implicado el lenguaje y las conversaciones particularmente el cómo escuchamos y conversamos con nosotros mismos y con los otros.Con lo dicho sostengo que la calidad de nuestra vida es correspondiente a la calidad de nuestras conversaciones. Esta declaración la fundo en el reconocimiento que lo que sentimos, pensamos, necesitamos y queremos que ocurra o que sea conocido por nuestro entorno, necesariamente requerirá que lo expresemos congruentemente a través del lenguaje, comunicándonos efectivamente con quienes nos vinculamos. Es así como conversamos sobre lo que nos pasa, lo que sentimos y lo que queremos que suceda, expresándolo en distintas declaraciones como, por ejemplo; te quiero, gracias, perdóname, te pido que me abraces, juzgo que eres muy competente en lo que haces, te prometo que te acompañaré en tu aventura empresarial, no sé cómo hacer esta tarea, entre otras.  
Nos   comunicamos para decir algo que es importante para nosotros, para que nos escuchen, comprendan y acojan, y así también, para hacer que cambien las situaciones que nos afectan, ofreciendo o pidiendo a otros la realización de  ciertas acciones para ello, abordando de esta manera situaciones que nos incomodan o limitan o, por el contrario, ofrecemos y nos comprometemos socialmente con ciertas posibilidades de acción para abrir nuevos mundos y así expandir nuestro ser y hacer,  con otros desafíos y prácticas que impactarán en el entorno.Si no logramos el propósito de comunicarnos efectivamente; que nos escuchen, comprendan y se produzcan cambios o compromisos, nos cargamos de cierta frustración, rabia, insatisfacción y tendemos a explicar que estos resultados no dependen de la calidad de nuestra conversación. 

Los explicamos atribuyéndoles a otros la responsabilidad que hayan ocurrido o, a la vida, al destino, en fin, a causas externas a nosotros. Para comprender que todo depende de la conciencia que tengas sobre el poder de acción que habita en ti y de la actitud que adoptes para interpretar y vivir la vida que quieras vivir, este libro te permitirá develar la estructura, componentes, congruencia y calidad de tu escucha y conversación, descifrando así qué fue aquello inefectivo que no logró generar el efecto esperado. Si sólo te quedas con la explicación de que son los otros los que no te escucharon, los que no te pidieron u ofrecieron oportuna y adecuadamente o, cualquier otra acción inconclusa que juzgues que se dio,  vivirás tu vida atrapado en expectativas, soñando  con la ilusión de que el otro adivine lo que tú quieres o necesitas para dártelo, desarrollando así un pensamiento mágico, que te conduce a la pasividad, a que aparezca alguna fuerza sobre natural que se haga cargo de que los demás cambien y así tu logres mayor felicidad. Así te conviertes en un observador pasivo-expectante y no en un protagonista creativo de tus resultados.En todos los espacios de tu vida el responsable de la calidad de tus resultados eres tú, con tu escucha, conversación y compromisos sociales que articulas. 

Para todos los roles que ejerces en tu vida requieres de un conversar efectivo, usando un tipo de lenguaje apropiado, adoptando una actitud de escucha activa para saber cómo pedir, ofrecer, enjuiciar o comprometerte, de tal forma que evoques el potencial de respuesta más pertinente en el otro, lo que marcará la calidad de la efectividad en lo que emprendas.
Si la calidad de nuestra vida depende de la calidad de nuestras conversaciones, en este proceso, el acto de escuchar se torna clave y toma un valor crítico, pues el cómo escuchamos, el qué escuchamos y lo que develamos en ello, nos facilitará lograr una profunda conexión y comprensión del otro, aceptando sus diferencias o comprendiendo sus legítimas posiciones y formas de ver el mundo, para hacernos cargo de que haremos con ello. Asimismo, saber escuchar nos facilitará expresar en forma más asertiva lo que nos pasa, lo que sentimos y lo que queremos hacer para ofrecerlo al otro en un acto de genuina colaboración y servicio.
Las conversaciones son irremplazables y la tecnología del mundo de hoy aporta atributos para sobrepasar los límites del tiempo y la distancia entre las personas, favoreciendo con sus propiedades la conectividad instantánea para vincularnos. Es decir, las tecnologías son una tremenda oportunidad para que nuestras conversaciones sean aún más instantáneas sin tiempo y distancia y, son un valioso recurso que amplifica más aún nuestro poder de acción en el mundo, complementando a aquellas irremplazables que se dan mirándose a los ojos.



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