La vida nos ha puesto frente a nuestras narices, literalmente, el mayor desafío social, sanitario y económico de nuestra era. El miedo, la angustia, el desánimo y visiones catastrofistas del futuro humano se esparcen por el planeta a la misma velocidad del corona virus. La consiga de las autoridades es evitar los contactos físicos y albergarnos en nuestros hogares, entrando así en una nueva dimensión del espacio y del tiempo, donde cómo abordar la cotidianidad se torna en el gran desafío de nuestro existir.
Obra del Pintor Chileno Petruzi
Nos sorprendemos cambiando las rutinas domésticas, inventando formas creativas de entretención, ya sea pegados a computadoras, Tablet, celulares o desempolvando de nuestra memoria antiguos juegos tradicionales. No hay excusas para no escuchar y conversar en familia, pues el reloj y las agendas han perdido su sentido de ser. Mágicamente, de la noche a la mañana, nos convertimos en maestros de matemáticas, albañiles, jardineros, panaderos y gentiles esposos (a), vecinos y ciudadanos, domesticándonos día a día el ánimo y el carácter para no reventar.
Las organizaciones, empresas, empresarios y líderes, impactados por lo que les está ocurriendo, buscan casi instintivamente, en instancias públicas y privadas instrumentos de apoyo o alternativas que los acojan y acompañen en estas vicisitudes. Sólo los anima el deseo de salir fortalecido de este quiebre, sin prejuicios políticos-ideológicos, en una suerte de administrar el juego polar de la re-invención o desaparición de su actividad.
Vivimos un proceso de trasformación sistémica que afectará a toda forma de vida en el planeta. Emergerá una nueva forma de convivencia social estableciéndose nuevos indicadores y estándares valóricos que afectarán el bienestar y desarrollo de cada persona. Ya no bastará contar con dinero para vivir seguro y confortable, serán las redes afectivas, la gentil reciprocidad social, la colaboración y el respeto entre todos, lo que hará posible vivir una vida digna desde su principio hasta su final, especialmente para quienes tiene una edad avanzada.
Expuesto nuestro ser a una profunda mutación de su existencia necesitamos decidir hoy qué es aquello que vamos a mantener, eliminar, cambiar o incorporar de nuestro actual modelo de desarrollo, para darle un sentido evolutivo a esta crisis para construir un mundo mejor. De lo contrario seguiremos lastrando nuestros límites y maquillajes que ocultaban la podredumbre moral, la avaricia, la corrupción, los abusos y el olvido de los vulnerables y marginados.
Necesitamos reconocernos cara a cara para que aparezca la colaboración y se eleve la creatividad y el humor a su máxima potencia de expresión, pues ambos son componentes fundamentales de la resiliencia, esta maravillosa capacidad de volver a levantarnos en paz y esperanza, diluyendo el resentimiento, la resignación y egoísmo que nos había contaminado el alma convirtiéndonos así en una muchedumbre desconectada luchando por sus banalidades.
Requerimos de nuevos aprendizajes, que sean valiosas e innovadoras formas de ser y actuar, las que antes no habíamos imaginado que fueran posibles, que nos inspiren para encontrar lo mejor que llevamos dentro y se expresen en una nueva sociedad humana. Esa es la magnitud y profundidad de la trasformación humana del momento presente.
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